Hoy hemos tenido la revisión de los quince meses de Sara. En realidad Sara cumple los meses el 18, y normalmente le pasan revisión ese mismo día. Pero este mes nos lo dieron más tarde. Yo pensé que era para que Pilar, su enfermera, ya estuviera de vuelta de vacaciones. Pues no, ni ella ni su compañera. En mi centro de salud hay dos consultas de pediatría, pues de los dos médicos y las dos enfermeras habituales estaba un médico. Un sólo enfermero que era suplente atendiendo las revisiones programadas de las dos consultas de enfermería, el pobre muchacho se le notaba que estaba como un gato en un garaje, no sabía por dónde meterse. No me extraña, no estás en tu puesto y encima te programan doble, el chico hacía lo que podía para desatascar, pero milagritos a Lourdes. Nosotros teníamos cita a las 11:15 y nos han cogido una hora después (o más, al final he dejado de mirar el reloj). ¿No lo podrían organizar mejor? Deben saber con antelación cuando van a coger vacaciones, que no programen las dos consultas hasta la bandera si saben que sólo va a pasarse una y encima no va a ser tu compañera habitual la que la pase.
La revisión
La revisión en sí ha ido muy bien, sin sorpresas. De altura se sale de la gráfica, está por encima del percentil 97. Por si alguien se pregunta de dónde ha sacado esta talla mi hija, de su madre no ha sido, Miguel mide 1.90m. De peso en el 55, me ha recalcado el enfermero que es un peso normal, que está en la media, que es normal. Yo me sonreía para mis adentros, después de haber estado los seis primeros meses de vida bordeando el percentil 3 (por debajo), el 55 me parece gloria bendita. Está lejos de tener morcillitas en las piernas, pero está sana y fuerte que es lo que interesa.
Le ha revisado también los reflejos, y nos ha preguntado sobre su desarrollo psicomotor y todo está perfecto. No, aún no anda, pero nos ha confirmado que a esta edad es normal ( yo lo dudaba ya, tanto que te dice todo el mundo). Era lo único que me inquietaba de la consulta, porque tenía muy claro que la niña esta sana, activa, juguetona.
Hemos comprobado eso sí que Sara va creciendo, y que de ese bebé feliz que se reía por cualquier cosa, que era tan fácil de consolar, va quedando poquito. Empieza a ser una niña pequeña con bastante personalidad, que sabe perfectamente lo que quiere y lo que no quiere, y aunque no hable lo sabe hacer entender perfectamente. O sea que se ha pasado toda la consulta entre llorando y renegando, queriendo escapar de la camilla hacia los brazos de mamá, y recriminándome con su media lengua de trapo que no nos fuéramos de allí y le dejara a ese señor hacerle esas cosas. Y por una parte me gusta que tenga esa personalidad y la muestre, que sea abierta y expresiva (otra cosa que tampoco a sacado de su madre), pero por la otra ¡¡echo de menos a mi bebé!!
Y por supuesto le han puesto las vacunas de rigor. Al parecer son algo más fuertes porque me ha advertido que puede ser que le tenga que poner hielo en los musletes, donde le ha pinchado. Y puede ser que empiece la fiebre, porque ahora mismo se me ha despertado la fiera llorando, cuando normalmente duerme una hora más. Os dejo, que me reclaman.
martes, 31 de agosto de 2010
viernes, 27 de agosto de 2010
Hemos vuelto de vacaciones, como os dije hemos estado una semana en León, y llevamos cuatro días en Yeclacity, pero no había tenido tiempo de sentarme a escribir. Esto de escribir si lo haces, te entra el gusanillo y no paras, pero si paras, luego cuesta un mundo ponerse, no sabes cómo empezar... (se nota?)
Las vacaciones no estaban precisamente pensadas para Sara, porque a su padre y a mi nos gusta hacer visitas a museos y tal, que no están muy pensados para los bebés de 15 meses. Sin embargo, tal y como nosotros intuíamos, la niña se lo ha pasado en grande. Cierto es también que nosotros no hemos podido aprovechar las explicaciones de las visitas guiadas como cuando Sara no nos acompañaba. León se puede ver en la mitad de tiempo, o menos, pero hemos invertido tiempo en columpios y jardines, y por las tardes en la habitación y la piscina jugando con Sara, que al fin y al cabo eran vacaciones para los tres, Sara se merecía un tiempo pensado en exclusiva para ella. Además han habido un par de lugares que nos hemos abstenido de visitar, porque ya veíamos que no los íbamos a aprovechar.
Para la mayor parte de las visitas, los edificios no están preparados para ir con carrito, así que cuando nos ofrecían dejarlo en recepción así lo hemos hecho. En la catedral no nos lo han ofrecido y nos quedamos sin ver el museo. Me ha parecido muy triste que la opción para ver los edificios sea dejar el carro en la puerta, comprendo que son edificios antiguos, pero debería estar más preparado. No lo digo por los niños, siempre puedes cogerlos en brazos o con portabebés, no es problema. El tema es que si no puede acceder un cochecito de bebé ¿cómo accede a ese servicio cultural un minusválido? Siempre que tengo dificultades para moverme con el carro de Sara, que nos son ocasiones contadas, me hago la misma reflexión. Nuestra sociedad no está nada adaptada para moverse con silla de ruedas.
Aunque en realidad a nosotros esto no nos fue mal, porque Sara se ha espabilado a caminar bastante, y muchos ratos por la calle prefería caminar a ir en el carro. Y como los paseos por León son muy agradables, con el centro peatonal y avenidas muy anchas le hemos dado gusto. Así que el carro ha servido más para portear trastos y como cuna para las siestas que para otra cosa. Aunque no, Sara aún no anda suelta, sigue asida a los dedos de sus papás.
Otra cosa en la que Sara ha avanzado es en el tema de las comidas. En realidad, para ser sinceros, Sara no ha avanzado, sino que su madre se ha quitado prejuicios sobre si podía comer ya comida "de mayores" sin triturar. ¡¡Vaya si puede!! ¡¡Como que ha habido días que su padre y yo nos hemos quedado con hambre!! Nos llevamos algún potito por si la comida del hotel o los restaurantes no le gustaban, y los a gastado únicamente porque algún día se ha quedado dormida a la hora de comer. Además de teta a discreción...paella, garbanzos, alubias blancas, macarrones,tortilla francesa y de patatas, dorada, pescadilla, rabas de calamar, salmón, pollo, croquetas, albóndigas, tostadas con mantequilla, sobaos, bizcocho, arroz con leche, jamón york, jamón serrano, pera, plátano, melocotón, melocotón en almíbar..., seguro que me olvido de algo, pero creo que la dieta de la nenita ha sido bastante variada. Total que hemos decidido que el triturar se va a acabar.
Lo único negativo de estos días es que Sara ha cogido miedo a la ducha. La ducha del hotel debía hacer mucho ruido, o no se porqué, pero le ha cogido miedo. Ha echo falta bañarla varias veces en casa, sin usar la ducha para nada para que vuelva a bañarse sin llantos. Espero que se le pase y vuelva a disfrutar del baño, que tanto le ha gustado siempre. Como veis el balance ha sido muy positivo, si no conocéis León, es una visita que os recomiendo, es una ciudad muy bonita.
lunes, 16 de agosto de 2010
VACACIONES
Hoy nos vamos de vacaciones, estaré una semana más o menos sin publicar nada, ya que nos vamos a tierras leonesas a desconectar un poco. Van a ser las primeras vacaciones de Sara, que ahora tiene 15 meses, deseadnos suerte.
Pensamos hacer visitas culturales, porque al Miguel y a mi lo que nos gusta es ver piedras y visitar museos. Es el tipo de viaje que nos recarga las pilas. Estar echados a la bartola en una playa nos estresa más que relajarnos. Pero ya veremos como lo vive la niña. Aunque vamos muchos más días de los necesarios para ver León, para así poder invertir ratos en la piscina del hotel o en cualquier parque infantil cuando Sara lo requiera, somos conscientes que no son unas vacaciones precisamente pensadas para ella. Yo soy de la opinión, de todas formas, que si a un niño le acostumbras a este tipo de viajes lo van a disfrutar también, siempre que le adaptes la información y el ritmo a sus necesidades. A la vuelta explicaré cómo nos ha ido la experiencia.
Cuidaros mucho estos días y disfrutad todo lo que podáis. Un saludo.
Pensamos hacer visitas culturales, porque al Miguel y a mi lo que nos gusta es ver piedras y visitar museos. Es el tipo de viaje que nos recarga las pilas. Estar echados a la bartola en una playa nos estresa más que relajarnos. Pero ya veremos como lo vive la niña. Aunque vamos muchos más días de los necesarios para ver León, para así poder invertir ratos en la piscina del hotel o en cualquier parque infantil cuando Sara lo requiera, somos conscientes que no son unas vacaciones precisamente pensadas para ella. Yo soy de la opinión, de todas formas, que si a un niño le acostumbras a este tipo de viajes lo van a disfrutar también, siempre que le adaptes la información y el ritmo a sus necesidades. A la vuelta explicaré cómo nos ha ido la experiencia.
Cuidaros mucho estos días y disfrutad todo lo que podáis. Un saludo.
domingo, 15 de agosto de 2010
Tarde de perros
Como a Leo no nos lo llevamos de vacaciones, y vamos a dejarle en una residencia canina a partir de hoy, estos días hemos procurado que el animal queme energía y se lo pase muy bien en sus paseos. A la vuelta haremos lo mismo, dedicarle 3 o 4 días para que queme la energía acumulada. Bueno que me lío, que anteayer lo subimos "al descampao" y como había llovido, había un bonito charco. Leo y su amiga Luna se revolcaron en él. Luna aunque no lo parezca en la foto es una Golden blanca. Pasamos muy buen rato de risas los perros y sus dueños. Por suerte Sara aún no camina y no bajó del carro para sumarse a la fiesta.
sábado, 14 de agosto de 2010
La empatía entre mamíferos
Este tema lo quería tratar en una entrada desde hace días. Pero esta mañana en el canal 24 horas me he topado con este programa de redes como siempre interesantísimo, que mejor que poder colgar a Punset para que te de la razón.
Al principio del programa, en la entrevista el investigador Frans de Waal y Punset dicen que las personas que tienen mascotas (perros y gatos especifican) ya saben que tienen empatía. Es cierto, lo sabemos, lo hemos experimentado.
Yo concretamente, he sentido que Leo conocía mis sentimientos en dos momentos cruciales: en el embarazo y la instauración de la lactancia de Sara.
En febrero del año pasado, cuando yo estaba embarazada de seis meses tuve que hacer reposo hasta el final del embarazo. Cuando me lo dijo el ginecólogo pensé que con Leo todo el día por casa, no podría reposar mucho. Sin embargo me equivoqué. Leo se convirtió en una alfombra todo el día, hasta que yo le llamaba para comer, o hasta que llegaba el Miguel de trabajar. Y en las tardes que me encontraba peor y tuve contracciones, Leo se echaba a mis pies en el sofá, o me apoyaba su cabeza en las piernas y, mirándome a los ojos, lamía mi barriga. Era para mi evidente que sabía que me encontraba mal, y la naturaleza de mi malestar. Su comprensión y compañía esos días fueron impagables.
Cuando nació Sara prácticamente nadie de nuestro entorno nos comprendía en nuestra decisión de hacer todo lo posible para poder amamantar a mi hija. Esos días en que varias personas no nos respetaron en nuestra intimidad mi perro no entró en la misma habitación en la que estuviera Sara durante varios días. Después entraba si le llamábamos o si venía alguien de visita, haciendo de guardián y poniéndose en guardia si alguien que no fuéramos Miguel y yo osaba coger a la niña en brazos. Tardó más de dos meses en entrar en la misma habitación si yo estaba amamantando al bebé. Dándonos una preciosa experiencia de la comprensión entre las especies, Leo comprendía que la madre y su cría necesitábamos intimidad para la crianza. Él invariablemente se echaba en la puerta de la habitación, atravesado, como guardando la intimidad que otros nos arrebataban. En esos días su actitud me hizo llorar de gratitud. Me sentía comprendida aunque fuera sólo por el perro.
Al principio del programa, en la entrevista el investigador Frans de Waal y Punset dicen que las personas que tienen mascotas (perros y gatos especifican) ya saben que tienen empatía. Es cierto, lo sabemos, lo hemos experimentado.
Yo concretamente, he sentido que Leo conocía mis sentimientos en dos momentos cruciales: en el embarazo y la instauración de la lactancia de Sara.
En febrero del año pasado, cuando yo estaba embarazada de seis meses tuve que hacer reposo hasta el final del embarazo. Cuando me lo dijo el ginecólogo pensé que con Leo todo el día por casa, no podría reposar mucho. Sin embargo me equivoqué. Leo se convirtió en una alfombra todo el día, hasta que yo le llamaba para comer, o hasta que llegaba el Miguel de trabajar. Y en las tardes que me encontraba peor y tuve contracciones, Leo se echaba a mis pies en el sofá, o me apoyaba su cabeza en las piernas y, mirándome a los ojos, lamía mi barriga. Era para mi evidente que sabía que me encontraba mal, y la naturaleza de mi malestar. Su comprensión y compañía esos días fueron impagables.
Cuando nació Sara prácticamente nadie de nuestro entorno nos comprendía en nuestra decisión de hacer todo lo posible para poder amamantar a mi hija. Esos días en que varias personas no nos respetaron en nuestra intimidad mi perro no entró en la misma habitación en la que estuviera Sara durante varios días. Después entraba si le llamábamos o si venía alguien de visita, haciendo de guardián y poniéndose en guardia si alguien que no fuéramos Miguel y yo osaba coger a la niña en brazos. Tardó más de dos meses en entrar en la misma habitación si yo estaba amamantando al bebé. Dándonos una preciosa experiencia de la comprensión entre las especies, Leo comprendía que la madre y su cría necesitábamos intimidad para la crianza. Él invariablemente se echaba en la puerta de la habitación, atravesado, como guardando la intimidad que otros nos arrebataban. En esos días su actitud me hizo llorar de gratitud. Me sentía comprendida aunque fuera sólo por el perro.
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miércoles, 11 de agosto de 2010
Mi vestido nuevo
Hoy me he comprado un vestido en el mercado de Yecla. Y seguramente pensareis que este hecho no merece una entrada en el blog, a lo mejor teneis razón, pero es que me ha hecho mucha ilusión.
Nada del otro mundo, un vestidito azul, de estos un poco hippies de tirantes, con alguna lentejuela. De esos que hay gente que lleva para andar por casa o para bajar al la playa. Un vestido sin más. ¿Y cuál es el misterio? ¡Pues que hace 15 meses que no me pongo vestidos!
Como estoy amamantando a Sara, la opción más cómoda son los pantalones o faldas y una camiseta. La verdad es que yo casi nunca llevo vestidos, pero basta con que sepas que algo no puedes para que te llame la atención. Así que llevaba unos meses mirando con envidia a toda mujer con un vestido puesto. Y hoy cuando los he visto allí en el puesto, a tan buen precio...no me he podido resistir. Tampoco me he resistido a estrenarlo esta misma tarde para el paseo. Después de unos meses, desde que me quedé parada, muy centrada en cuidar de Sara, me apetece cuidarme un poco más, y darme algún pequeño capricho.
Creo además que Sara ha notado el buen humor que me ha generado la compra, porque hoy se reía más de lo habitual. Es importante estar de buen humor con los niños, ellos lo agradecen. Un poco frívola me ha quedado esta entrada, la verdad. Pero bueno, no todo van a ser sesudas reflexiones, y menos con este calor que no acompaña mucho. En Yecla hemos llegado hoy a los 38ºC.
lunes, 9 de agosto de 2010
Cansancio de los cuidadores
Esta entrada me la ha inspirado una conversación de esas que oyes porque tienes las orejas pegadas a la cabeza, pero que no debería haber oído. La conversación transcurría en el parque el domingo por la mañana entre una mamá y un abuelo. Al parecer la mamá quería dejar a sus dos hijas a comer con los abuelos, porque se quería ir con su marido y unos amigos a comer fuera. Su señor padre se negaba y le decía que para un día que tenían libre no les apetecía a su mujer y a el cuidar de las niñas "otra vez", que las niñas eran suyas, que ellos ya habían criado a sus hijos. En la discusión le dijo: "Haz memoria, a ver cuando os hemos dejado a ti o a tus hermanos con alguien para irnos nosotros por ahí".
El hombre tenía razón, en muchas ocasiones se abusa de los abuelos. Estos en concreto parece que cuidan a los nietos de Lunes a Viernes porque los hijos trabajan. Es normal que los fines de semana quieran descansar, hacer ellos mismos sus planes y disfrutar un poco.
A raiz de la frase del hombre me puse a hacer memoria yo misma. Nunca mis padres se han ido a comer, cenar, al cine ni a nada si no estábamos incluidos sus hijos. En parte supongo porque no había dinero, en parte porque ¿con quien nos hubieran dejado? Mis abuelos vivían a 600 Km. de distancia y los tíos, cada uno tenía sus propios hijos. Siempre los planes han sido con nosostros. Mi marido y yo de momento, con 15 meses que tiene Sara tampoco hemos hecho ningún plan que no la incluya. No nos apetece, vamos que ni nos lo hemos planteado. También que hemos sido padres ya con treintaytantos y supongo que la etapa de salidas nocturnas y eso ya la habíamos quemado. De todas formas cuando eres padre/madre tienes que saber que algunas cosas en tu vida van a cambiar, y el tipo de ocio es lo primero que cambia. Pero vamos que a quien le apetezca me parece también normal, siempre y cuando las personas a las dejamos nuestros hijos no lo vivan como una carga, como un abuso, como en el caso de este señor. En ese caso creo que tiene que prevalecer la opinión de los cuidadores.
El hombre tenía razón, en muchas ocasiones se abusa de los abuelos. Estos en concreto parece que cuidan a los nietos de Lunes a Viernes porque los hijos trabajan. Es normal que los fines de semana quieran descansar, hacer ellos mismos sus planes y disfrutar un poco.
A raiz de la frase del hombre me puse a hacer memoria yo misma. Nunca mis padres se han ido a comer, cenar, al cine ni a nada si no estábamos incluidos sus hijos. En parte supongo porque no había dinero, en parte porque ¿con quien nos hubieran dejado? Mis abuelos vivían a 600 Km. de distancia y los tíos, cada uno tenía sus propios hijos. Siempre los planes han sido con nosostros. Mi marido y yo de momento, con 15 meses que tiene Sara tampoco hemos hecho ningún plan que no la incluya. No nos apetece, vamos que ni nos lo hemos planteado. También que hemos sido padres ya con treintaytantos y supongo que la etapa de salidas nocturnas y eso ya la habíamos quemado. De todas formas cuando eres padre/madre tienes que saber que algunas cosas en tu vida van a cambiar, y el tipo de ocio es lo primero que cambia. Pero vamos que a quien le apetezca me parece también normal, siempre y cuando las personas a las dejamos nuestros hijos no lo vivan como una carga, como un abuso, como en el caso de este señor. En ese caso creo que tiene que prevalecer la opinión de los cuidadores.
viernes, 6 de agosto de 2010
Demasiada alarma
Anteayer una amiga mía fué a recoger unos resultados de unos análisis de su hijo al hospital. El niño ha estado muy bien hasta hace unos meses que empezó la guardería, y ha ido encadenando catarros, bronquitis, bronquiolitis y otras faunas desde entonces. Hace unos meses su pediatra le hizo unos análisis, detectaron anemia en el niño y como no le encontraban nada más le derivaron al hospital. Por en medio, su pediatra, no sé exactamente en que circunstancias, les dijo que había sospechado que el niño tenía leucemia. Imaginaros con el cuerpo que iban mi amiga y su marido a recoger los resultados.
Pues no tiene nada el niño, nada de nada. Les han dicho que la anemia en realidad no es anemia, porque como el nene toma teta, se ve que los niveles de hierro son algo más bajos que los niños de biberón, pero que no se considera anemia, es un nivel normal, fisiológico. Y los resfriados y tal, pues que estando en la guardería es también habitual.
Bien por el pediatra, que si no lo ve claro mande examinar más a fondo al niño. Pero creo que el comentario de la leucemia se lo podía haber ahorrado perfectamente y no haber alarmado innecesariamente a estos padres que llevan unas cuantas semanas bastante preocupados sin razón ninguna. Le ha faltado prudencia a este hombre, se diagnostica con las pruebas en la mano, las sospechas no deben salir de las boca para fuera porque no ofrecen nada positivo. Si ha de llegar la mala noticia llegará, y si tus sospechas no eran fundadas, nadie excepto tú se ha preocupado innecesariamente.
En fin, mi amiga empieza hoy vacaciones, espero que se relaje y disfrute de la maravillosa familia que tiene y de su precioso hijo. Se lo merece. Yo mientras tanto sigo aquí en Yecla, que se va vaciando poco a poco.
Pues no tiene nada el niño, nada de nada. Les han dicho que la anemia en realidad no es anemia, porque como el nene toma teta, se ve que los niveles de hierro son algo más bajos que los niños de biberón, pero que no se considera anemia, es un nivel normal, fisiológico. Y los resfriados y tal, pues que estando en la guardería es también habitual.
Bien por el pediatra, que si no lo ve claro mande examinar más a fondo al niño. Pero creo que el comentario de la leucemia se lo podía haber ahorrado perfectamente y no haber alarmado innecesariamente a estos padres que llevan unas cuantas semanas bastante preocupados sin razón ninguna. Le ha faltado prudencia a este hombre, se diagnostica con las pruebas en la mano, las sospechas no deben salir de las boca para fuera porque no ofrecen nada positivo. Si ha de llegar la mala noticia llegará, y si tus sospechas no eran fundadas, nadie excepto tú se ha preocupado innecesariamente.
En fin, mi amiga empieza hoy vacaciones, espero que se relaje y disfrute de la maravillosa familia que tiene y de su precioso hijo. Se lo merece. Yo mientras tanto sigo aquí en Yecla, que se va vaciando poco a poco.
miércoles, 4 de agosto de 2010
Tarde de playa
El sábado por la tarde estuvimos en la playa, en la de Alicante para más datos. Fuimos sólo medio día porque con el tono de piel blanco nuclear de la mengaja, estar más rato nos parece temerario. Aunque sólo era para un ratito nos plantamos con todo el equipo: sombrilla, esterilla, tres toallas, crema solar para la mengaja, crema solar para los papás, cubo y pala, flotador, merienda para la nena, agua para todos y cámara de fotos.
Como Sara de la manita ya aguanta bastante andando (aunque aún no se ha soltado, creo que porque ha cogido miedo) decidimos no coger el carro para ir a la playa. Lo que no recordaba yo es que las chanclas de mi niña eran muy graciosas, y pitan con cada pisada. Una vergüenza absoluta, toda la gente mirando por el paseo de Alicante y nuestra niña piii piii piii, al minuto yo ya tenía un dolor de cabeza que para que os cuento. El pitar se va a acabar, a ver como le arranco los pitos sin romperlo. Una vez llegamos a la arena le quitamos las chanclas, por supuesto. Pusimos la sombrilla y la esterilla y una toalla (más que nada para marcar territorio) y al agua patos.
Podemos prescindir del flotador, al principio se lo pusimos pero, sin llegar a llorar, estaba claro que no le molaba el invento. Así que la cogimos en brazos, y tampoco parecía estar muy conforme. El cubo y la pala también nos lo podemos ahorrar, nos sentamos para jugar con ellos y la mama se quedó con las ganas de usarlos (con lo bien que me lo pasaba cuando mi hermana era pequeña). Huía gateando, así que nada. Ya pensábamos que nada de la playa le gustaría a Sara (papá encantado porque hay que llevarle a rastras) cuando nos pusimos a pasear por la arena de la manita, y la kamikaze entonces se quería meter en el agua de cabeza. De pie cogida de las manitas, es como le gusta el mar. Jugar a saltar las olas y chapotear con una mano. Así los próximos días (si Miguel, he escrito próximos en plural) podemos ir con menos equipaje.
Una cosa que me preocupaba un poco era el momento de la merienda. No porque la mengaja coma mal, no puedo quejarme en absoluto, sino qué llevarle para darle en la playa, con la arena y todo eso. Así que como estaba indecisa me llevé un poco de todo. Menos mal porque comió hasta por las orejas: Pan con jamón serrano, fruta a trozos, petite suisse y tetita. Suerte de la teta si no yo creo que se hubiera quedado con hambre.
Una anécdota, cuándo ya salimos de la arena, me puse a darle teta en el paseo mientras papá iba a por el carro para dar una vuelta y que se nos secara un poco más el pelo y eso...Pues había un puestecito de estos que hacen trencitas al lado del banco que yo estaba sentada y la mujer de las trencitas se ofrecía a toda mujer que pasaba "¿quieres trenzas guapa? ¿quieres trenzas guapa?". En un momento se giro y me dijo :"¿Y la mamá quiere trenzas?". Exijo mi piropo, ¡¡o es que las mamás no somos guapas!!!
Lo que sí es un rollo es que la playa esté a una hora de viaje, porque Sara sale de la playa cansada y se duerme en el coche, con lo que recarga pilas y por la noche no hay quien la duerma. Y sus papás salen también cansados de la playa, pero sin esa opción de recarga (bueno la mamá como no conduce si se hecha un mocholadita). Total que el Domingo estábamos para el arrastre, queríamos ir al campito pero se quedó en las intenciones.
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