... de mirar sin verte. ¿Qué ha tenido la culpa de tu mala suerte, mi rosa de abril?
Hoy hace un mes que acaricié por última vez la cabeza de mi Leo y le susurré al oído "Te quiero, no lo dudes, siempre te querremos" y el Miguel se lo llevó a despedirse de su campo, y después al veterinario para que descansara. Hace un mes que sacrificamos a Leo.
Antes de semana santa tuvo una fuerte diarrea, eso hizo que bajaran sus defensas y ahí la enfermedad se ha hecho fuerte y, aunque lo hemos intentado, los últimos días estaba claro que el tratamiento no estaba haciendo efecto. Un perro enfermo de leishmania activa es un peligro de contagio para el resto de animales, así que la decisión era clara...por él, por nosotros, por el resto. Pero por más clara no es menos dura de tomar.
La mañana más dura de mi vida la pasé jugando con mis hijas y tirando las cosas del Leo, haciendo ver que no pasaba nada. Aguantando el tipo por mis niñas, mientras mi corazón estaba destrozado cantaba las canciones de "El Rey León".
Y así llevo un mes. Aguantando el tipo por mis niñas y aguantando el tipo por el Miguel. Y aguantando el tipo porque la mayor parte de la gente no entiende que mi perro era mi familia. "No lo compares con tus hijas". Pues claro que no lo comparo, por supuesto que no tiene nada que ver.
No hay nada que comparar, el amor multiplica, no resta. Es amor y es dolor lo que siento por mi perro, tiene su lugar, es uno más de mis amores. Lo va a ser siempre aunque ya no esté.
Porque han sido siete años maravillosos. Descubrí Yecla callejeando contigo de la correa siendo tu cachorro, las preciosas calles empinadas alrededor de la Iglesia Vieja. Vimos también juntos el Arabí y no podré pisar el Arabilejo sin recordar como te metiste en una de las cazoletas de cabeza porque tenía agua y salíste empapado, te sacudiste y nos empapaste a nosotros. No volveré a pasar por la ronda al lado del cementerio sin acordarme de nuestros fantásticos paseos por el Cerro del Castillo.
Porque no puedo estar en nuestro campo sin coger una piedra del suelo para tirartela para jugar...Y en casa, cada minuto de cada hora me parece que vas a doblar la esquina del pasillo o, ahora mismo, sentada en el ordenador, vas a apoyar tu cabeza en mis rodillas, como solías.
Porque no podré recordar mis embarazos y la niñez de Sara y Núria sin tu recuerdo. Mis primeras sospechas de embarazo fueron porque me lamias la barriga al llegar a casa, antes incluso de tener retrasos. Y esas largas tardes en las que tenía contracciones y tu te echabas a mi lado y gemías cuando tenía dolor ¿como lo notabas?. La primera palabra que dijo Sara fué "Líiio", y a las dos les ha encantado compartir coscorros de pan contigo. Núria se tronchaba de risa cuando al llegar a casa salías a saludarnos.
Porque sin haberte tenido no habria conocido a Juan y Feli ni a Jose y Yolanda, los dueños de Luna, los dueños de Urko, a los que considero buenos amigos.
Porque aunque en estos siete años han habido también cosas muy feas, como las discusiones con la familia y los vecinos, y tus enfermedades y tus últimos días, que han sido horribles, tenerte es una de las cosas mejores que hecho en mi vida. Una de las cosas que más me ha hecho feliz en mi vida. La diferencia entre estar sola y estar en compañía.
En estos días, gente que no me conoce de nada me para por la calle y me pregunta por ti. "¿Y ese perro blanco que siempre llevabas?, que gracia me hacía siempre al ladito de las niñas, sin tirar ni nada" "Nena, perdona ¿es que se te ha muerto el perro que hace días que te veo sin el?" El viernes mismo una mujer muy graciosa "En este paseo falta uno". Y yo les explico que te hemos sacrificado, agradecida de poder recordarte, de que otros se den cuenta que no estás y te recuerden con tanto cariño. Haber sido la dueña de Leo es una de las cosas de las que siempre estaré orgullosa. Te quiero mi Leíto, no lo dudes, siempre te querremos.
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martes, 12 de junio de 2012
lunes, 3 de enero de 2011
El tiempo corre en su contra
La semana pasada me encontré con una señora, vecina del barrio, de esas vecinas que nos conocemos por tener perro, como "la dueña de..." y no sabemos nuestros nombres. Se paró a decirles dos monerías a mi hija y a preguntar por la salud de Leo. "¿Sabías que se me ha muerto mi "Chico"?". No, no lo sabía. La verdad es que el animalito rondaba ya los 14 años y estaba muy mayor, pero me dió mucha lástima enterarme.
Leo va a cumplir seis años en Febrero. De los perros con los que se relacionaba de cachorro, no queda ninguno en el barrio, unos se han ido muriendo, otros se han mudado de sitio. Demasiado a menudo en el último año, me han dado la misma noticia: "Mi perro se me ha muerto". Así que le quedan bastantes pocos animales con los que relacionarse, al pobre. La Luna, que es un par de años más joven y para de contar. Son esas cosas que hacen que mires a tu animal y calcules cuánto tiempo más vas a disfrutar de su compañía silenciosa y leal. Estoy un poco melancólica, es que veo que envejece y está enfermo, y sé que el tiempo corre en su contra.
Leo va a cumplir seis años en Febrero. De los perros con los que se relacionaba de cachorro, no queda ninguno en el barrio, unos se han ido muriendo, otros se han mudado de sitio. Demasiado a menudo en el último año, me han dado la misma noticia: "Mi perro se me ha muerto". Así que le quedan bastantes pocos animales con los que relacionarse, al pobre. La Luna, que es un par de años más joven y para de contar. Son esas cosas que hacen que mires a tu animal y calcules cuánto tiempo más vas a disfrutar de su compañía silenciosa y leal. Estoy un poco melancólica, es que veo que envejece y está enfermo, y sé que el tiempo corre en su contra.
sábado, 6 de noviembre de 2010
Un poco de humor: Test de embarazo Leoplux
Test de embarazo Leoplux. Si Natalia tiene dudas, y sospecha que está embarazada, antes que los test de la farmacia, y hasta el momento, con un 100% de efectividad, el test de embarazo Leoplux le aumentará las dudas acerca de tu estado.
No tiene que orinar en ningún aparato ni recipiente. Sólo debe entrar por la puerta de casa y recibir el extraño saludo de tu perro Leo, que desde hace días, en vez de oler las piernas y mover la colita como es su costumbre, se sienta, le huela la tripa y le da lametones.
Ventajas:
Como digo 100% efectividad. Las dos veces que Leo a mostrado este comportamiento a mi llegada a casa, en unos días se ha confirmado que estaba embarazada.
Es gratuito.
Desventajas:
El ginecólogo no lo acepta como prueba de embarazo, así que no te libras de tener que orinar en algún lugar para demostrárselo.
Nota sin demasiado interés (pero curiosa): Y esto lo empieza a hacer mi perro días antes de que se me retrase el período.
Y ahora una reflexión acerca de este suceso, ya un poco en serio:
La naturaleza es sabia. Los animales intuyen cosas que nosotros desconocemos, poseen una suerte de inteligencia o intuición que debemos dejar de menospreciar para que la tierra que compartimos pueda tener futuro. Feliz fin de semana a todos
No tiene que orinar en ningún aparato ni recipiente. Sólo debe entrar por la puerta de casa y recibir el extraño saludo de tu perro Leo, que desde hace días, en vez de oler las piernas y mover la colita como es su costumbre, se sienta, le huela la tripa y le da lametones.
Ventajas:
Como digo 100% efectividad. Las dos veces que Leo a mostrado este comportamiento a mi llegada a casa, en unos días se ha confirmado que estaba embarazada.
Es gratuito.
Desventajas:
El ginecólogo no lo acepta como prueba de embarazo, así que no te libras de tener que orinar en algún lugar para demostrárselo.
Nota sin demasiado interés (pero curiosa): Y esto lo empieza a hacer mi perro días antes de que se me retrase el período.
Y ahora una reflexión acerca de este suceso, ya un poco en serio:
La naturaleza es sabia. Los animales intuyen cosas que nosotros desconocemos, poseen una suerte de inteligencia o intuición que debemos dejar de menospreciar para que la tierra que compartimos pueda tener futuro. Feliz fin de semana a todos
lunes, 25 de octubre de 2010
La relación entre Sara y Leo
Cuando estaba embarazada de Sara no fueron pocas las opiniones en contra de que Leo continuara formando parte de nuestra família. Que le iba a coger celos, que si le iba a hacer coger una infección a la niña.
A nosotros nos preocupaba quizás el tema de los celos un poco. Aunque Leo siempre ha sido tratado en casa como a un perro y no como a un bebé y sabe cuál es su lugar. Preguntamos a su veterinario su opinión al respecto. El hombre sonrió y nos dijo: "Es que yo no soy muy objetivo, mis tres hijos se han criado con dos perros en casa, para nosotros la experiencia no pudo ser más positiva, que os voy a decir". Lo que sí nos dio unas pautas a seguir: que lo que viéramos que había que cambiar en sus costumbres lo hiciéramos durante el embarazo, y que le enseñáramos y le dejáramos oler las cosas nuevas del bebé. También nos explicó que era importante cómo presentábamos al bebé al perro, para que el lo asociara con algo positivo.
También lo comentamos en el hospital cuando nació mi hija y en su primera visita al pediatra. En ambos casos nos aseguraron que tanto el riesgo de transmitir enfermedades, como de que provoquen accidentes/ataques por celos es mucho mayor entre hermanos o incluso primos, que entre bebé y perro. Evidentemente teníamos que tener un cierto cuidado, pero que ellos no veían ningún riesgo. El pediatra de Sara, de hecho, nos comentó que sí que se pregunta en una encuesta que hacen sobre riesgos para la salud del bebé si hay hermanos en casa, pero no se pregunta sobre animales, porque son poquísimos casos en los que influye, y ni siquiera se tiene en cuenta. Este comentario nos tranquilizó definitivamente acerca de nuestra decisión
Cuando nació Sara, llevamos a Leo a una Residencia canina mientras estábamos en el hospital. Después se alargó unos días más, porque Sara estaba delicadita, y de todas formas no hubiéramos podido ocuparnos del animal. Así, las presentaciones se hicieron a la semana de haber nacido Sara. Mi marido fué a buscarle, con un pañal de la niña, que le hizo oler al recogerle de la residencia, y, en vez de traerle a casa directo, le llevó al descampado donde habitualmente le soltamos. Cuando se había desfogado algo, llegué yo con el cochecito del bebé. Obviamente el perro me saludó efusivamente y olisqueó el artefacto ese que me acompañaba, pero como aún estaba bastante excitado, no le enseñamos aún a la niña. Nos fuimos a dar un paseo, y cuando estaba ya más calmado cogí a Sara en brazos, le dejamos que la oliera con cuidado y finalizamos el paseo.
Los primeros meses, y hasta que Sara empezó a gatear, Leo generalmente la ignoraba, sólo dejaba de ignorarla para pasar a un papel de guardián en los paseos o si habían visitas en casa. Cuando empezó a gatear, Sara buscaba a Leo como a otro juguete más, y probaba a cogerle las orejas, los ojos, los bigotes, tocarle las patas...Leo generalmente le dejaba tocarle una o dos veces y se retiraba. Algunas veces mi hija le perseguía por toda la casa con su toqueteo y Leo me miraba pidiendo compasión con la mirada, yo intentaba distraerla con otro juego, explicándole sin éxito que Leo no es un peluche y que si le mete el dedo en el ojo le hace pupa. En esta época alguna vez he dudado si era justo para Leo esta situación, teniendo mucha menos atención de la que estaba acostumbrado, y además teniendo que soportar a la niña experimentando con él.
Hace unas semanas que Sara se ha arrancado a andar, y eso ha cambiado un montón la forma de relacionarse de mis bichos. Ahora jugamos juntos. Sara es capaz de tirarle una pelota, y Leo está encantado de cogérsela, me la da a mi, yo se la doy a Sara, que se la vuelve a tirar... Sara se troncha de risa viendo a Leo yendo a por la pelota que le ha tirado, y Leo está encantado de tener nuestra atención y se muestra incansable en el juego, cosa que me encanta, porque los últimos meses parecía volver a estar decaído.
Leo, que hasta hace poco veía a Sara y la rehuía, ahora a veces la busca, con la pelota en la boca, o le hace cosquillas con el morro en la barriga. Cuando venimos de recoger a Sara en la guardería, la saluda la primera, antes que a mí, y ni que decir que a mi se me cae la baba al verlo. También ha influido mucho en la buena relación que tienen, tengo que confesarlo, que Sara de vez en cuando le lanza pan desde la trona. Y claro, ya se sabe, por el pan baila el perro.
Estamos todo lo satisfechos que se puede estar del estado actual de la relación entre la niña y el perro. Sentimos que a Sara el estar compartiendo su día a día con un animal le enseña el respeto hacia todas las formas de vida, y también formas de cariño diferentes de la humana. Hace que de alguna forma tenga que ceder y compartir espacio y tiempo de juego con un compañero, y espero que eso haga que cuando llegue un hermanito, los celos sean menos traumáticos. Tener a Leo en casa es indudablemente un extra de trabajo, atención, y preocupaciones, pero también es un extra de satisfacción ver día a día como están aprendiendo a quererse estos dos granujas.
A nosotros nos preocupaba quizás el tema de los celos un poco. Aunque Leo siempre ha sido tratado en casa como a un perro y no como a un bebé y sabe cuál es su lugar. Preguntamos a su veterinario su opinión al respecto. El hombre sonrió y nos dijo: "Es que yo no soy muy objetivo, mis tres hijos se han criado con dos perros en casa, para nosotros la experiencia no pudo ser más positiva, que os voy a decir". Lo que sí nos dio unas pautas a seguir: que lo que viéramos que había que cambiar en sus costumbres lo hiciéramos durante el embarazo, y que le enseñáramos y le dejáramos oler las cosas nuevas del bebé. También nos explicó que era importante cómo presentábamos al bebé al perro, para que el lo asociara con algo positivo.
También lo comentamos en el hospital cuando nació mi hija y en su primera visita al pediatra. En ambos casos nos aseguraron que tanto el riesgo de transmitir enfermedades, como de que provoquen accidentes/ataques por celos es mucho mayor entre hermanos o incluso primos, que entre bebé y perro. Evidentemente teníamos que tener un cierto cuidado, pero que ellos no veían ningún riesgo. El pediatra de Sara, de hecho, nos comentó que sí que se pregunta en una encuesta que hacen sobre riesgos para la salud del bebé si hay hermanos en casa, pero no se pregunta sobre animales, porque son poquísimos casos en los que influye, y ni siquiera se tiene en cuenta. Este comentario nos tranquilizó definitivamente acerca de nuestra decisión
Cuando nació Sara, llevamos a Leo a una Residencia canina mientras estábamos en el hospital. Después se alargó unos días más, porque Sara estaba delicadita, y de todas formas no hubiéramos podido ocuparnos del animal. Así, las presentaciones se hicieron a la semana de haber nacido Sara. Mi marido fué a buscarle, con un pañal de la niña, que le hizo oler al recogerle de la residencia, y, en vez de traerle a casa directo, le llevó al descampado donde habitualmente le soltamos. Cuando se había desfogado algo, llegué yo con el cochecito del bebé. Obviamente el perro me saludó efusivamente y olisqueó el artefacto ese que me acompañaba, pero como aún estaba bastante excitado, no le enseñamos aún a la niña. Nos fuimos a dar un paseo, y cuando estaba ya más calmado cogí a Sara en brazos, le dejamos que la oliera con cuidado y finalizamos el paseo.
Los primeros meses, y hasta que Sara empezó a gatear, Leo generalmente la ignoraba, sólo dejaba de ignorarla para pasar a un papel de guardián en los paseos o si habían visitas en casa. Cuando empezó a gatear, Sara buscaba a Leo como a otro juguete más, y probaba a cogerle las orejas, los ojos, los bigotes, tocarle las patas...Leo generalmente le dejaba tocarle una o dos veces y se retiraba. Algunas veces mi hija le perseguía por toda la casa con su toqueteo y Leo me miraba pidiendo compasión con la mirada, yo intentaba distraerla con otro juego, explicándole sin éxito que Leo no es un peluche y que si le mete el dedo en el ojo le hace pupa. En esta época alguna vez he dudado si era justo para Leo esta situación, teniendo mucha menos atención de la que estaba acostumbrado, y además teniendo que soportar a la niña experimentando con él.
Hace unas semanas que Sara se ha arrancado a andar, y eso ha cambiado un montón la forma de relacionarse de mis bichos. Ahora jugamos juntos. Sara es capaz de tirarle una pelota, y Leo está encantado de cogérsela, me la da a mi, yo se la doy a Sara, que se la vuelve a tirar... Sara se troncha de risa viendo a Leo yendo a por la pelota que le ha tirado, y Leo está encantado de tener nuestra atención y se muestra incansable en el juego, cosa que me encanta, porque los últimos meses parecía volver a estar decaído.
Leo, que hasta hace poco veía a Sara y la rehuía, ahora a veces la busca, con la pelota en la boca, o le hace cosquillas con el morro en la barriga. Cuando venimos de recoger a Sara en la guardería, la saluda la primera, antes que a mí, y ni que decir que a mi se me cae la baba al verlo. También ha influido mucho en la buena relación que tienen, tengo que confesarlo, que Sara de vez en cuando le lanza pan desde la trona. Y claro, ya se sabe, por el pan baila el perro.
Estamos todo lo satisfechos que se puede estar del estado actual de la relación entre la niña y el perro. Sentimos que a Sara el estar compartiendo su día a día con un animal le enseña el respeto hacia todas las formas de vida, y también formas de cariño diferentes de la humana. Hace que de alguna forma tenga que ceder y compartir espacio y tiempo de juego con un compañero, y espero que eso haga que cuando llegue un hermanito, los celos sean menos traumáticos. Tener a Leo en casa es indudablemente un extra de trabajo, atención, y preocupaciones, pero también es un extra de satisfacción ver día a día como están aprendiendo a quererse estos dos granujas.
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sábado, 31 de julio de 2010
Las taras de Leo I: Monorquidismo

Empiezo una serie de entradas explicando los motivos por los que mi queridísimo perro Leo no debería haber nacido. Es decir, yo estoy muy contenta de tenerle, y tiene una calidad de vida aceptable, pero Leo forma parte de esos cachorros que no deberían haber nacido por las taras genéticas que lleva consigo. Si los dueños de los padres de Leo hubiesen tenido un mínimo de responsabilidad, esta camada no debería haber nacido. Pero claro, teniendo en cuenta que la camada fue encontrada cuando los cachorros tenían dos meses en la puta calle, pedir responsabilidad a esta gente es como pedir lingotes de oro a un peral.
Bueno, el primer problema de tipo genético que descubrimos en Leo, y el menor de ellos, es el monorquidismo. A Leo sólo le descendió un testículo, el otro se le quedó retenido en la ingle. Es un problema hereditario. Su padre o el padre de su madre lo tenía y no deberían haber criado con él.
Se lo detectamos a los cinco meses o así, le descendió uno, y el otro no. Le pregunté a la veterinaria que le llevaba entonces (la peor de todas las que ha pisado) y me dijo que no pasaba nada, que habían muchos perros así, que podía criar y todo...en fin, para que comentar, esta mujer es veterinaria de vocación, se le nota en lo bien formada que está.
Cuando meses después le llevamos al Hospital Veterinario de Sant Vicent del Raspeig (por otra de sus taras genéticas, de la que ya hablaré en la siguiente entrada de la serie), nos aconsejaron extirparle el testículo que no había descendido. El testículo que no desciende, al estar en un lugar del cuerpo que no le corresponde se suele tumorar. Además los perros con monorquidia suelen tener la testosterona alterada, y en muchas ocasiones son perros de carácter más difícil, sobretodo en su juventud, hasta los dos años o así. Sí que es posible criar con un testículo, pero como el problema es hereditario, se suele aconsejar la castración.
Nosotros no castramos a Leo porque los perros castrados suelen aumentar de peso, y nuestro perro no debe engordar (si, ya se que los que le conocéis en persona pensareis que ahora parece una vaca-perro, pero eso son efectos secundarios del tratamiento de la leishmania). Sí tiene extirpado el testículo que no le descendió. Por lo demás, simplemente tenemos que tener cuidado en que no monte a ninguna perra para que su carga genética no se siga transmitiendo. Como ya he dicho el monorquidismo es el menor de los problemas de mi perro
domingo, 25 de julio de 2010
Vino en una fría noche de Abril
Así explicaría Leo como llegó a casa:
No sé que hago aquí, hace un momento estaba con mis hermanos caminando, pero les he perdido la pista. Estoy cansadísimo, soy muy pequeñito y llevo no se cuánto tiempo andando por la calle, sin comer, sin beber, y hace muchísimo frío. He perdido a mis hermanos, no sé dónde estoy, está todo muy oscuro, el suelo es negro. Me voy a sentar aquí mismo, no puedo más. De repente algo me deslumbra y oigo un riudo muy fuerte. "¡¡¡Ostras que no es una rata que es un perro!!! Casi le atropello". Vienen hacia mí y como no tengo fuerzas para huir me cogen en sus manos, estoy muy asustado y no se si tiemblo más de frío o de miedo.
Sigo asustado, pero por lo menos estoy en un sitio calentito y suave, me han dado de comer y me han puesto agua. Una señora me hace compañía, pero no puedo dejar de llorar en toda la noche, me duele la tripa, me pica todo el cuerpo, sobretodo el ojo derecho, estoy muy cansado... Al día siguiente me llevan a un lugar donde otra señora con una bata blanca me mira y dice que voy a ser "de los medianos grandecitos", "Huy entonces yo no me lo quedo" responde la señora que me ha hecho compañía por la noche.

Así lo explicaría yo:
Ring ring
-"¿Diga?"
-"Hola, ¿qué te parece lo del perro?"
-"¿Qué perro?"
-"El Miguel no te lo ha explicado? Que nos encontramos un cachorro ayer por la noche y el Miguel dice que a ti te gustan los perros, que te lo llevemos, es blanco, muy bonito."
-"Aunque fuese feo, me da igual, traémelo"
Y me lo trajeron, metido en una caja de zapatos con un lazo amarillo en el pelo. También se pasó la noche llorando, y al día siguiente a la veterinaria. "Tiene dos meses ¿te lo piensas quedar?" "Pues dale esto para desparasitarle, y si la semana que viene sigue vivo me lo vuelves a traer, pero dudo que el chucho pase de este fin de semana. Le toca vacuna, pero si lo vacuno ahora seguro que lo tumbo". Todo sensibilidad la cacho carne de la veterinaria. Pero no contaba que a mí a cabezota no me gana ni Dios, y Dios no se llevó a Leo ese fin de semana.
Tenía más pulgas que pelos, más garrapatas que días de vida, el lacrimal del ojo obstruido y tanta hambre atrasada que en 15 días dobló dos veces el peso con el que vino. Tanta ansia de comer, que se comía los envoltorios de film transparente de las comidas. Así llegó Leo a nuestras vidas, hecho una calamidad. Un cachorrito tirado en la calle por unos irresponsables.
Por eso me enervan los nervios la gente que habla de criar con sus perras, porque "ya se sabe, por lo menos una vez en la vida tienen que tener camada" o sandeces por el estilo. Los que se "deshacen" de ellos como de un clínex usado. Por eso cuando veo a otro pobre perro abandonado, además de poderme la desazón y la impotencia, me cago en todo el santoral y me acuerdo de la familia del dueño de ese animal, y les deseo que sus hijos tomen buena nota de cómo cree que se ha de tratar a un ser vivo que deja de tener utilidad. La mirada de un perro no es muy diferente de la mirada de un hombre. Quien es capaz de traicionar y abandonar a un perro con el que ha convivido, es capaz de traicionar y abandonar a su hijo, a su padre, a su madre y al papa de Roma, cuídate de él.
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jueves, 15 de julio de 2010
El equilibrio mental de Leo

Cuando Leo llegó a casa, hace cinco años, estábamos recién casados. Yo al casarme me mudé a vivir a Yecla, y la verdad que fue muy duro, me sentí muy sola y cerca estuve de una bonita depresión. En estas condiciones llegó Leo a nuestro hogar.
El primer impacto del cachorro fue positivo para mi estado de ánimo. Tenía a otro ser más necesitado que yo del que ocuparme, y además me obligaba a salir de casa. Antes me podía pasar perfectamente varios días sin pisar la calle ni hablar con nadie más que con Miguel (cuando llegaba a casa allá a las nueve de la noche). Pero seguro que mi impacto sobre el cachorro no fue el mismo.
Leo en cuanto se libró (con nuestro esfuerzo y un buen par de pinzas de depilar) de todas las pulgas y garrapatas que traía consigo, desplegó un amplio catálogo de conductas indeseables en un perro: ladraba y destrozaba lo que pillara en casa si se quedaba sólo, se subía a las camas (algo que nunca hemos querido permitirle), robaba comida, se peleaba con cualquier cuadrúpedo que se cruzara, hacía incursiones fuguistas por el barrio, tiraba de la correa... un encanto de cachorrón que rápidamente llegó a los 25 Kg. y parecía que nunca nos íbamos a domesticar.
Y busqué asesoramiento, leí mucho, a Antonio Pozuelos Jiménez de Cisneros y a Rosana Álvarez. Le enseñé las órdenes básicas, teníamos un estricto orden de comidas y paseos. Tenía que sentarse y tumbarse antes de ponerle la comida, estar sentado y tranquilo antes de ponerle el collar, entrar a casa después de los dueños...
Cinco años después Leo es casi perfecto. Muchas veces no es necesario darle la orden, con una mirada nos entiende y se comporta tal y como esperamos de él. Quiero creer que el esfuerzo en su adiestramiento ha dado sus frutos...pero en el fondo sé que lo que ha pasado es lo de que "los perros se parecen a sus dueños". Cuando yo estaba desquiciada, mi perro se comportaba también como un neurótico. Mi perro se comporta ahora como queremos porque ha aprendido a confiar en nosotros, porque ya no le transmitimos nerviosismo ni malas sensaciones, en una palabra somos equilibrados, y eso le ha equilibrado a él.
Si tienes un perro que se está comportando de forma indeseable, revisa cual es tu relación con él y que inseguridades tienes y le estás transmitiendo. Es la forma más rápida de tener un perro que se comporte correctamente.
El primer impacto del cachorro fue positivo para mi estado de ánimo. Tenía a otro ser más necesitado que yo del que ocuparme, y además me obligaba a salir de casa. Antes me podía pasar perfectamente varios días sin pisar la calle ni hablar con nadie más que con Miguel (cuando llegaba a casa allá a las nueve de la noche). Pero seguro que mi impacto sobre el cachorro no fue el mismo.
Leo en cuanto se libró (con nuestro esfuerzo y un buen par de pinzas de depilar) de todas las pulgas y garrapatas que traía consigo, desplegó un amplio catálogo de conductas indeseables en un perro: ladraba y destrozaba lo que pillara en casa si se quedaba sólo, se subía a las camas (algo que nunca hemos querido permitirle), robaba comida, se peleaba con cualquier cuadrúpedo que se cruzara, hacía incursiones fuguistas por el barrio, tiraba de la correa... un encanto de cachorrón que rápidamente llegó a los 25 Kg. y parecía que nunca nos íbamos a domesticar.
Y busqué asesoramiento, leí mucho, a Antonio Pozuelos Jiménez de Cisneros y a Rosana Álvarez. Le enseñé las órdenes básicas, teníamos un estricto orden de comidas y paseos. Tenía que sentarse y tumbarse antes de ponerle la comida, estar sentado y tranquilo antes de ponerle el collar, entrar a casa después de los dueños...
Cinco años después Leo es casi perfecto. Muchas veces no es necesario darle la orden, con una mirada nos entiende y se comporta tal y como esperamos de él. Quiero creer que el esfuerzo en su adiestramiento ha dado sus frutos...pero en el fondo sé que lo que ha pasado es lo de que "los perros se parecen a sus dueños". Cuando yo estaba desquiciada, mi perro se comportaba también como un neurótico. Mi perro se comporta ahora como queremos porque ha aprendido a confiar en nosotros, porque ya no le transmitimos nerviosismo ni malas sensaciones, en una palabra somos equilibrados, y eso le ha equilibrado a él.
Si tienes un perro que se está comportando de forma indeseable, revisa cual es tu relación con él y que inseguridades tienes y le estás transmitiendo. Es la forma más rápida de tener un perro que se comporte correctamente.
jueves, 8 de julio de 2010
Leo y su leishmania

Hemos ido de visita al veterinario a recoger unos análisis de Leo. Buenas noticias, a pesar de su positivo en leishmania, Leo tiene los riñones y el hígado bien. Terminamos hace dos meses con el ciclo de Glucantime, y su veterinario quería comprobar su estado interno.
Creemos que Leo tiene esta enfermedad hace unos dos años, su veterinaria anterior nos estuvo mareando unos meses (casi un año) con antibióticos hasta que se me hincharon las narices. Es lo malo de ser un dueño de perro que se informa, que no te crees a pies juntillas lo que te dicen, y eso de estar medicando con antibióticos a mi perro de forma crónica y no hacerle análisis pues no me hacía mucho. Así que nos llevamos a Leo al único veterinario de Yecla que aún no lo había visto (otro día hablaré de lo bueno que es poder, por fin, confiar en el buen criterio de tu veterinario). Nada más verlo Iñaki lo dijo, "me parece que va a ser Leishmania" y nos advirtió que a veces no sale en el análisis, pero que los sintomas él los veía claros. Nos cayó como una losa el diagnóstico, como os podéis imaginar, aunque por fin sabíamos con que nos estábamos enfrentando.
Efectivamente, un año llevamos luchando contra esta enfermedad. Por suerte aún sólo la tiene en manifestaciones cutáneas. Pero es bastante duro poder decir sin ser Aramís Fuster de que va a morir mi perro a menos que lo atropelle un coche. Saber que mas bien temprano que tarde vas a tener que decidir eutanasiarlo para evitar que sufra. La muerte por Leishmania es muy dolorosa, no le dejaré agonizar sin mi ayuda.
Da mucha rabia
Da mucha rabia saber que has hecho todo lo posible por evitar el contagio de tu perro: Leo duerme en el interior de casa (de hecho a los pies de nuestra cama), llevaba Excalibur (ahora le hace reacción y no lo puede llevar), sus desparasitaciones al día y tenía sus revisiones veterinarias periódicas. Da rabia porque la leishmania continúa siendo endémica en esta zona por los numerosos animales que no pisan un veterinario en su vida, poniendo en riesgo la integridad física de otros animales y de otras personas.
Los perros una vez tratados dejan de ser transmisores de la enfermedad, el problema está en esos pobres perros que enferman y agonizan sin que su dueño se tome la molestia de llevarlo al veterinario. El tratamiento es largo y caro (además de que no te garantizan nada) pero si no estás dispuesto a tratar al animal, lo menos que puedes hacer es darle una muerte digna y no hacer de él un transmisor para otros animales, es tu responsabilidad. Además destacar que esta enfermedad es una zoonosis, por lo que no sólo es transmisor a otros animales, sino que también puede transmitirse a personas con el sistema inmune deprimido (mucho ojo con los niños que han nacido prematuros y los enfermos de SIDA).
Y acabo con una de mis frases favoritas, nadie te obliga a tener perro, tener perro es una elección, si lo tienes, lo has de tener en condiciones.
martes, 6 de julio de 2010
Declaración de intenciones.

Hola! Antes que nada me presento, soy Natalia, y este es mi blog personal. Os presento a estos dos granujillas de la foto: mi hija Sara, que tiene ahora catorce meses y mi perro Leo que tiene cinco años. Y como mi vida gira en torno a ellos mi blog hablará de temas relacionados con ellos también.
Mucha gente pensará que hago mal en mezclar el tema de los niños y el de los perros en un mismo blog. Seguramente tengan razón y sea una locura. Sin embargo lo voy a hacer conscientemente como herramienta para denunciar que en ocasiones tanto nuestro trato tanto con los niños como con los animales no es justo. Son seres que vienen a nuestra vida por decisión nuestra, que dependen absolutamente de nosotros, que tienen escaso poder de decisión y que tendrán la calidad de vida que los adultos responsables de los que dependen podamos y/o queramos otorgarles.
En mi blog no voy a autocensurarme, no voy a emitir ninguna opinión para molestar a nadie, pero los temas que me va a interesar tratar aquí no suelen dejar indiferente a nadie. Espero escuchar también tus opiniones y que este sea un blog vivo y participativo. Bienvenido.
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