martes, 20 de julio de 2010

Los papás de Jose Miguel

Hemos ido a celebrar el primer cumple de Jose Miguel al campo de sus abuelos. Una fiesta por todo lo alto. A Jose y Yoly (los papás) los conocemos por ser "perreros". Jose y yo coincidíamos cada atardecer paseando a nuestros perros, durante mucho tiempo ellos fueron "los dueños del Urko" y nosotros "los dueños del Leo", de hecho durante más de un año no supe sus nombres (ni creo que ellos los nuestros). Urko murió de un golpe de calor hace dos veranos (lloré un monton, quería mucho a ese locuelo), y poco después, estando yo embarazada de unos tres meses me encontré a Yoly por la calle. "Estoy embarazada" me dijo, y me alegré un montón, no sólo por ella, sino también por mí. Porque al ser nuestros hijos de la misma edad, la amistad que había empezado por los perros, pero que se había enfriado al faltar uno de ellos, se reanudaría. Y así ha sido, ahora somos "los papás de Jose Miguel"y "los papás de Sara".



Porque la verdad es que sin los nexos de unión de los perros primero, y los hijos después, dudo que nos hubieramos hecho amigos nunca. Ellos son varios años más jóvenes que nosotros, nos gusta otros tipo de música, de cine, a ellos les encantan los tatuajes y los piercings y a nosotros no... En muchas cosas nuestros gustos son prácticamente contrarios. Pero me encantaba como trataban a Urko, su frenchi. Y ahora tenemos muchísimas cosas en común en nuestra forma de criar a nuestros hijos. Duermen con su hijo, son muy respetuosos con el ritmo de crecimiento del nene, les encanta que su hijo tenga contacto con otros seres vivos...

Agradezco un montón esta amistad cuando la mayor parte de los amigos se han volatilizado. Tampoco es que seamos precisamente íntimos, pero es bonito saber que hay alguien cerca que si le necesitas, seguro te hecha un cable, y con quienes puedes compartir temas de conversación que a la mayoría de la gente que conoces le dan igual. En fin que me alegro un montón de haberles conocido.

1 comentario:

  1. Qué bonita historia. La verdad es que cuando tienes hijos y el resto de tus amigos de siempre no te sientes muy sola. O casi peor cuando una del grupo sí es mamá, pero de un estilo de crianza totalmente opuesto y que no deja pasar la ocasión de darme lecciones.
    No son capaces ninguno de cambiar las cenas de siempre por comidas, por ejemplo, siendo que ya no salen de copas después. Les hacen gracia los niños ajenos durante un ratico nada más, pero luego no saben ponerse en tu lugar cuando estás agotada, cuando no quieres dejar al niño con los abuelos para salir de marcha...
    En fin, que tu post me ha hecho pensar en los buenos amigos (que también los tengo) y en los que no lo son tanto.

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